martes, 9 de junio de 2009

Un amor más allá de la verdad


"Fedra ama. Un amor más allá de la vida, de la verdad, del respeto a uno mismo.
Cuando la fuerza de la pasión carnal, la obsesión espiritual y la energía desencadenada por el objeto del deseo aparece, las reglas educacionales, los perjuicios, lo establecido, el bien moral y los conceptos del bien y del mal se desvanecen.
Fedra ama.
Y ese amor nacido de una fuerza interior neutralizada por conveniencias tal vez economicas, tal vez sociales y lo que es peor circunstanciales, ajenas a ella misma, arrastra lo que encuentr a su paso.
Un amor más allá de la vida, de la verdad, del respeto a uno mismo.
Un amor en un tiempo sin fronteras, indefinido y confusos: El tiempo de los mito. Un tiempo donde todo es posible. Un tiempo eterno.
Un tiempo donde aún lo razonable, el bien común, incluso lo justo, en el que las mínimas normas de la convivencia, los pactos creado para vivir en sociedad están en peligro.
Donde cada segundo cuenta en esa marcha inexorable hacia quién sabe dónde. Un tiempo en el que vivir es un riesgo esencial. Es un camino hacia el precipicio total. Un tiempo sin componendas ni subterfugios. Un tiempo donde lo políticamente correcto adquiere su autentica dimensión y, por tanto, cae en el más profundo de los ridículos.
Fedra es responsable y admirable. Es misterio y cercanía. Atractiva y repulsiva. En ella permanecen intactos esos valores que el paso de los siglos han aplacado, atenuado, moderado.
Esa palabra moderación y ese concepto equilibrio, que tanta y tanta ilusiones, impulsos y anhelos han destrozado y dado el cariz que lleva nuestra evolución, seguirá haciéndolo más y más.
Un montaje desde hoy sobre un mundo mitológico, atemporal y definido, donde la luz crea un brutal desenfoque sobre los elementos materiales y se centra, engrandeciendolos, en los personajes. No vamos a traer a Fedra, Teseo o Hipólito hacia nosotros, no los vamos a vestir de gángsteres o con jeans. Vamos a intentar ir hacia ellos. A ver si se nos pega un poco de grandiosidad y nos limpia tanta medicridad que van acumulando sobre nosotros.
José Carlos Plaza

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